Por si no lo vieron en nuestras redes (si no nos siguen pueden hacerlo acá y acá) la semana pasada la plataforma que usamos para enviar los mails tuvo problemas. Algunos mails fueron saliendo durante la semana, aunque no se llegaron a enviar todos. En este link pueden leer lo que mandé el domingo pasado. En teoría ahora debería estar solucionado, pero la verdad es que escribo este mail sin saber si llegará a destino. Casi que siento lo que se sentía antes cuando se mandaba una carta por correo. Ojalá funcione, cruzo los dedos.
***
Aprovecho también para contarles que ya figura en la web la lectura de enero y que estrenamos nueva sección con los podcasts. Pueden escucharlos directamente desde la web. Ya está subido el último (si lo escuchan van a entender por qué puse en cursiva “el último”).
***
Ahora sí, vamos a lo nuestro: La otra hija de Santiago La Rosa.
Estaba escuchando esta entrevista que le hicieron al autor. En un momento le preguntan por la carta astral, le dicen que es un elemento que aparece y que queda ahí, pero que después no se sigue desarrollando. El responde esto:
Yo pensaba que se desarrollaba en un segundo momento del libro, cuando aparece el personaje del tío, que tiene ese juego con lo astral. Me gustaba como discurso porque es un discurso que habla de nosotros sin conocernos. Me parecen muy interesantes todos los discursos que nos hablan de nosotros, cómo somos, cómo vamos a reaccionar, qué nos va a pasar en el futuro, sin conocernos. Qué hace el protagonista con eso.
***
Fui a buscar a mi biblioteca un libro que compré una vez en un viaje y que nunca leí: Introducción a la astrología de Lisa Morpurgo. La verdad es que lo compré no porque me interese el tema —mas bien todo lo contrario—, sino porque el texto de la faja me pareció maravilloso; y eso que odio las fajas, suele ser lo primero que saco de los libros y tiro a la basura en cuanto los tengo en mis manos. La faja dice esto: “Demostración rigurosamente lógica de que el Zodíaco es el instrumento de conocimiento más racional de que la Humanidad haya podido disponer jamás y de cómo el horóscopo se convierte en ciencia de la previsión”. Lo abrí para ver si encontraba algo que pudiera dialogar con lo que decía Santiago La Rosa. Fui directo al final, a la conclusión:
Desde que una determinada secuencia de planetas curvó, con el movimiento de sus órbitas, una determinada porción del espacio universal, dejó de guardar sorpresas lo que ocurriría después. El prodigio es tal solo para quienes no conozcan sus orígenes y mecanismo.
***
Miro la tapa de La otra hija, ese hombre parado sobre una carta astral del que casi podemos ver las preocupaciones que pasan por su cabeza. Pienso que quizás la faja estaba equivocada, que disponemos de otro instrumento de conocimiento para prever el futuro: nuestra propia historia, la de nuestra familia, la de quienes nos criaron. Conocer nuestro pasado nos permite narrar un futuro.
***
Cuando escribo los mails siempre tengo la sensación que solo rozo las ideas, que quizás no se termina de entender lo que quise decir. No me sale escribir muy largo. Acá tendría que ir un párrafo que desarrolle un poco más esto de que lo que somos, de lo que seremos, ya está escrito en el lenguaje del pasado. Y que —como dice Santiago La Rosa— el pasado es un discurso que no nos conoce pero que está ahí, hablándonos. Y que de lo que se trata es de aprender a escucharlo, no para estancarse, sino para construir una historia que nos permita seguir avanzando.
Tendría que ir un párrafo que aclare, pero lo que hay es esto.
Nos vemos el domingo en la bandeja de entrada.
Abrazo
Sebastián Lidijover